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Lucía Mercado Brun 

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Lucía Mercado Brun for Eloísa Studio

greek affairs

I
Cisnes, hijas de Leda hemos dejado ya los cántaros para que la seda hile nuestro cantar
Nuestra piel, áureo escudo
es el mundo mismo en movimiento.

II
Zeus se ha hilado en fuego para verme
Hija del río, he devenido tierra
Todos los hombres cargan a cuestas mi rapto Y sus pasos sólo tendrán sentido
Si este atavío cae al suelo por amor.

IV
Como las Pléyades, somos más que una virtud inventada somos la potencia de vida que encarna el linaje de los dioses siete palomas elevan su vuelo cubriendo el cielo
libres hemos fijado en él nuestra luz
para que nuestros frutos iluminen la tierra.

V
Somos una isla que no se nombra
Un tabú que no entendemos
nuestros cuerpos escriben la pasión,
mis páginas ya quemadas
elevan las manos al amor
canto este cielo estallado
y con mi púrpura escribo estos versos.

III
La inscripción de Delfos me persigue
En infinitas metamorfosis me busco
He sido árbol, cierva y ave
Hoy soy el cuerpo cuya hazaña
Es hilar su regreso al alma.

VI
El compás de las Moiras, de la rueca, la vara y la navaja Saben ellas la longitud de este tránsito
Pero no su profundidad
Ni la inmortalidad de fundirme en tu carne
Amor, dame vida, lleva tú mi piel como vestido.

About me

About me   

Colombiana nacida en 1996, profesional en Estudios Literarios y Abogada de la Pontificia Universidad Javeriana.Para que esto no se vuelva mi hoja de vida, les dejo un poema. Al final, uno es también lo que escribe.

“Escribo hoy desde un sueño a un lugar de mí donde mi alma ya no transita. Pensé que estaría desmembrada, me duele arrancarme esta tercera pierna porque fue mi rueda de apoyo,
bastón para mí que tanto tiempo tuve miedo 
de correr libre. Sigo aquí, veo a través del cristal mi hábitat prestado pecera sin agua que, sin embargo, nutrió. Me marchitó, es cierto pero necesité el frío para levantar la vista al sol;
quizá la vida sea ir cambiando de sueños conforme mudamos pieles, los pétalos secos que aquí quedan muerte de mí
merecen mi gratitud y las lágrimas que derramo en este verso. 
Reitero, tengo miedo, porque el sol quema pero esta piel ya se ha quemado con el frío...

Aparece la fe, ¿cuál es el peso de la libertad? –se preguntan mis pies. El tiempo me busca, y me pide cambiar la cadena de 8 a 5 por el encadenamiento de versos, me piden lanzarme
de mí hacia mí para recibir la vida que se posa a la orilla del miedo. 
Volaré, volaré como hoy vuela esta alma prestada de mí
este sueño que ya no lleva mi nombre”.

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